Para que
un/a niño/a conserve su sentido innato de la maravilla sin que sea un don de las hadas,
necesita la compañía de al menos un adulto que pueda
compartirla, que pueda re-descubrir con él/ella la alegría, la exaltación y el
misterio del mundo en el que vivimos.
Rachel
Carson
¡Qué suerte si conseguimos ser esa persona adulta que tiene la
oportunidad de ser el/la compañero/a de un/a niño/a y apoyar su capacidad de
asombro!
Somos afortunados/as porque ese/a niño/a puede ofrecernos la oportunidad de volver a encender nuestra toma de conciencia de que la
capacidad de asombro permanece
activa dentro de nosotros/as.
Ese/a niño/a nos recuerda que todavía tenemos la capacidad de mirar las
formas de las nubes con nuevos ojos y vibrar de entusiasmo con cada nuevo
descubrimiento. ¿Cuánto tiempo hace desde que nos reímos a mandíbula batiente,
sobre todo de nosotras mismas? ¿Cuánto tiempo hace desde que miramos un arco
iris en una gota de lluvia? ¿Cuándo fue la última vez que observamos el
progreso de una mariquita roja y negra en nuestra mano?
Me asombro
preguntándome ¿dónde está nuestra capacidad de asombro?
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